5/12/2008

Arquitectos ¿y diseñadores?

Construir edificios no siempre equivale a saber proyectar muebles

Más allá del célebre y disparatado profesor Franz de Copenhague (el de los grandes inventos del TBO), lo habitual, hasta hace un par de décadas, era que los diseñadores fueran también arquitectos. Los proyectistas más conocidos de Finlandia y Dinamarca (Alvar Aalto y Arne Jacobsen) fueron a su vez dos de los diseñadores más famosos del mundo. Los arquitectos de la modernidad, como Mies van der Rohe, o de la premodernidad, como Frank Lloyd Wright o Gerrit Rietveld, hicieron desde sillas hasta tiradores de puertas pasando por chimeneas, papeles pintados o ceniceros.

A nadie sorprendió que, cuando el diseño industrial adquirió pátina de glamour y comenzó a batallar con ebanistas para instalarse en los mejores salones, fueran los arquitectos los que firmaran las piezas de esa nueva época. Piensen en uno: Marcel Breuer, Gae Aulenti o Ettore Sottsass. Los arquitectos metidos a diseñador fueron siempre legión frente a sus colegas sin esa doble vertiente.

En Italia, profesionales como los hermanos Castiglioni casi desaparecieron como arquitectos para crear lámparas o asientos míticos. La historia se escribió así. Pero hace ya un tiempo que las cosas están cambiando. Vistos los últimos diseños de los proyectistas estrella, a la hora de idear productos o mobiliario, muchos parecen, cuando menos, despistados.

Hay pocos que no hayan sucumbido a la tentación del diseño. Lo habitual es que lo hagan cuando necesitan una pieza para uno de sus edificios y no la encuentran en ningún catálogo, como les ocurrió a Herzog & de Meuron, cuando diseñaron las lámparas para la Tate Modern de Londres, o como cuando Rafael Moneo dibujó las que cuelgan sobre la nueva librería del Museo del Prado. Pero también hay quien considera que un mueble debe ser como un eco, una especie de maqueta a escala, un pequeño souvenir de su arquitectura. Así, Zaha Hadid ha diseñado mesas-escultura para Vitra y cuencos, también escultura, para Sawaya &Moroni. Y Gregg Lynn propone una experiencia deconstructivista para tomarse un té imposible en el servicio que ha ideado para Alessi.

Hay otros profesionales que miran al diseño con una ambición distinta y aprovechan la pequeña escala para reinventarse. Los últimos diseños de Dominique Perrault o Maximiliano Fuksas para Poltrona Frau forman parte de esa búsqueda. Han logrado productos sorprendentes. Y ya se sabe que las sorpresas no siempre son agradables.

Fuente: El País


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